Acuñado en 1986 por la ecologista Jay Westerveld, el término “Greenwashing” que hace referencia a la ironía con la que diversas marcas y empresas emplean la publicidad para transmitir una imagen responsable con el medio ambiente, es una tendencia que ha recobrado fuerza en la actualidad y que representa un retroceso a los avances que se han tenido en materia de sustentabilidad.
Esta práctica se ha visto exponenciada a partir de la importancia que ha tomado a nivel corporativo, el implementar los denominados criterios ESG (Environmental, Social, and Governance) y detalló que tiene por objetivo hacer parecer un producto, marca o empresa ecológicamente amigable.
Esta práctica que en fechas recientes la vemos de manera continua a través de la promoción de empaques ecológicos, iniciativas que promueven el reciclaje o agregar al nombre del producto la palabra “eco” para hacer alusión a una responsabilidad ambiental, representa una gran amenaza ya que resulta engañosa, representando un daño mayor para el medio ambiente.
De acuerdo con un informe publicado por Planet Tracker, se han identificado diversos tipos de “eco-blanqueo” en los que pueden caer las empresas. El experto en temas de sustentabilidad, advirtió que este estudio demuestra que estas actividades en 2023 se pueden concentrar en las siguientes tendencias; greencrowding, greenlighting, greenshifting, etiquetado verde, ecologismo y maquillaje verde.
Influencia en el consumidor y repercusiones ambientales
Por otra parte, la Encuesta de Sostenibilidad del Consumidor de Estados Unidos 2019 de CGS, demostró que casi el 70% de los participantes afirman que la sostenibilidad es al menos “algo importante” para ellos a la hora de comprar.
Asimismo, el 47% de los encuestados aseguró que estaría dispuesto a pagar más por un producto sostenible, haciendo del “Greenwashing” una herramienta atractiva para monetizar, pero con muy poco impacto a nivel ambiental.
En ese sentido, un grupo de expertos de la ONU presentó un informe en la Cumbre sobre el clima COP27 en Sharm el-Sheikh, Egipto, en el que afirmaron que el “Greenwashing” está perjudicando la lucha contra el cambio climático.
Para estos expertos los agentes no estatales, es decir, las industrias, instituciones financieras, ciudades y regiones, desempeñan un papel fundamental para conseguir que el mundo llegue a la meta de cero emisiones netas a más tardar en 2050. Con el auge de esta práctica, aumenta la probabilidad de retrasos y hasta de un posible fracaso para lograr esa meta.
Igualmente, expuso que el “Greenwashing” incrementa la probabilidad de que los consumidores compren sin saberlo un producto o servicio altamente contaminante, sin ser conscientes de las repercusiones medioambientales que estos tienen, ya que creen que están apoyando a una empresa verde.
Es necesario generar un marco regulatorio para marcas, empresas y cualquier producto que ostente ser ecológicamente amigable, bajo parámetros estandarizados que permitan identificar puntualmente a aquellos que incurren en la práctica del “eco-blanqueo.
Asimismo, resulta necesario impulsar la incorporación de los denominados criterios ESG bajo un compromiso real de responsabilidad social, que poco tenga que ver con los objetivos comerciales que puedan identificarse a nivel corporativo.
Los avances que se han presentado en materia de sustentabilidad, así como las iniciativas que se impulsan a nivel global requieren de mayor respaldo y credibilidad.