El crecimiento de las ciudades no se detiene, pero uno de los desafíos actuales se encuentra en que se logre de manera sostenible. Para ello, se requiere poner atención en aspectos como los asentamientos humanos.
Es fácil pensar que las ciudades lo tienen todo: escuelas, comercios, lugares de esparcimiento, servicios, vivienda e infraestructura. Sin embargo, la mayoría de estos aspectos se van desvaneciendo conforme la mancha urbana crece. Un claro ejemplo son las colonias populares, donde la falta de electricidad y agua potable son una constante.
Lo anterior obedece al desorden con que suelen construirse los entornos de las zonas metropolitanas. Ante la falta de espacio en los centros de las ciudades, comienzan a proliferar desarrollos habitacionales en las periferias o incluso en municipios aledaños, sin que haya una planeación a futuro por parte de las autoridades correspondientes, o no se tomen en cuenta los planes existentes.
En años recientes, México ha avanzado en esta materia, mediante la Ley de Asentamientos Urbanos, impulsada desde la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (Sedatu), con miras a crear institutos de planeación municipales que diseñen planes a largo plazo, sin limitarse a un solo periodo de gobierno.
Según el Banco Mundial (BM), las ciudades constituyen un imán para el talento y las inversiones. Y gracias a que generan más del 80% del producto interno bruto (PIB), se han convertido en el principal motor de crecimiento del planeta. Por lo mismo, el propio crecimiento es innegable.
La planeación urbana es fundamental para orientar el crecimiento de las ciudades hacia esquemas más sostenibles. Dicho enfoque implica repensar la ciudad, pensar en formas de reciclar o regenerar aquellos territorios que han caído en el abandono o la marginación para detonarlos como nuevos polos de desarrollo.