Datos expuestos por la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación, han alertado que el 40% de las tierras del planeta se encuentran degradadas, afectando directamente a la mitad de la población mundial. La problemática se ha agravado toda vez que la duración y frecuencia en los periodos de sequía han aumentado 29% desde el año 2000, situación que para el año 2050 podría afectar a más de tres cuartas partes de los habitantes de todo el planeta.
Los cambios en nuestro estilo de vida, el crecimiento poblacional, el excesivo consumo energético y la constante necesidad de incrementar la producción de alimentos y bienes de consumo han demandado la integración de nuevas tecnologías para aminorar o revertir el impacto negativo de la huella humana. Entre ellas, destaca la Inteligencia Artificial.
En ese sentido, se han encontrado atributos en la IA, con impacto positivo para la protección de la naturaleza y la lucha contra el cambio climático.al facilitar la optimización de recursos naturales y la implementación de tecnologías verdes, ayudando a empresas y comunidades a adoptar un enfoque más sostenible en la producción y el consumo.
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La Inteligencia Artificial se perfila como una herramienta fundamental en la lucha contra el cambio climático debido a su capacidad para analizar y procesar grandes cantidades de datos. A través de algoritmos avanzados de aprendizaje automático, la IA puede identificar patrones de comportamiento y tendencias, proporcionando conocimientos que facilitan la labor y toma de decisiones de científicos y líderes en torno a la acción climática.
Otro aspecto resaltado es la capacidad de la IA en la predicción, monitoreo y modelado del cambio climático. Utilizando modelos predictivos, se pueden simular escenarios climáticos futuros con una precisión cada vez mayor, anticipando impactos como el aumento del nivel del mar, cambios en los patrones de precipitación y la frecuencia de eventos climáticos extremos.
A través de sensores y dispositivos conectados, es posible detectar cambios ambientales como deforestación, contaminación del aire y formación de fenómenos naturales, facilitando la rápida y eficiente respuesta de las autoridades ante emergencias ambientales. Esto mejora la capacidad de adaptación y mitigación de comunidades y ecosistemas vulnerables.