La necesidad de optimizar el uso del agua en la agricultura se ha vuelto un tema prioritario en el contexto de la creciente demanda global de alimentos. La relevancia de incorporar tecnologías avanzadas como la inteligencia artificial (IA) para mejorar la gestión de este recurso vital pues, se estima que más del 70 % del consumo mundial de agua está relacionado con la agricultura, convirtiéndo a la eficiencia hídrica en un desafío urgente.
La agricultura de precisión, impulsada por la IA, ofrece una serie de herramientas que permiten a los agricultores optimizar sus sistemas de riego. Estas plataformas proporcionan acceso a grandes volúmenes de datos históricos y en tiempo real, provenientes de diversas fuentes como patrones climáticos, imágenes satelitales y sensores de campo, facilitando la toma de decisiones más informada, lo que permite maximizar el uso eficiente del agua.
Diversas fuentes apuntan a que una de las aplicaciones más importantes de la IA en este ámbito ha mostrado grandes atributos para la creación de programas de riego optimizados.
Detectar áreas donde los cultivos reciben agua en exceso o de manera insuficiente es clave para mejorar tanto la calidad como el rendimiento de las cosechas. Además, estos ajustes contribuyen a reducir los costos operativos. Un ejemplo de ello, son las imágenes satelitales que ofrecen los sensores ubicados en el suelo y las plantas permitiendo hacer lecturas precisas sobre las necesidades de riego en tiempo real, lo que mejora la gestión hídrica
Para complementar estas tecnologías, existen otras estrategias como la creación de modelos específicos, entre los que destacan los Modelos de Agricultura Biológica Óptima (MABO) y las Medidas Ambientales para la Zona Orgánica (MAZO), ambas con el objetivo de equilibrar la innovación tecnológica con la sostenibilidad ambiental, promoviendo una agricultura más eficiente y responsable con el entorno.
Por otro lado, en regiones con escasez de agua, detectar de manera temprana fallas en los sistemas de riego es fundamental. En ese sentido, el uso de dispositivos IoT (Internet de las Cosas), integrados con IA, permite a los agricultores recibir alertas sobre irregularidades en sus sistemas, lo que facilita una intervención rápida para evitar pérdidas de agua.
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En perspectiva, el especialista prevé que las herramientas autónomas impulsadas por IA tendrán un impacto aún mayor en la agricultura en los próximos años. Si bien actualmente la IA se utiliza principalmente para apoyar la toma de decisiones, se espera que en el futuro las máquinas puedan operar de manera autónoma, lo que permitirá incrementar tanto la eficiencia hídrica como la productividad agrícola.
Por último, la integración de la IA en la agricultura es un paso esencial para enfrentar los desafíos globales relacionados con la sostenibilidad y la seguridad alimentaria. A medida que la tecnología continúa avanzando, su aplicación en la gestión del agua en la agricultura será cada vez más determinante, garantizando una producción agrícola más eficiente y sostenible para las generaciones futuras.