México, 26 junio.- Las islas, archipiélagos y otros territorios con acceso al mar Mediterráneo siempre han atraído a los viajeros aficionados al turismo costero gracias al clima soleado y a las numerosas playas paradisíacas.
Sin embargo, desde hace unos años, la región ha decidido vincular el turismo costero con la sustentabilidad, que suponga la protección del entorno y la redistribución de los ingresos económicos de forma equitativa.
Los destinos turísticos del Mediterráneo se han comprometido con una estrategia de crecimiento con la elaboración del Plan de Acción para la protección y el desarrollo de la cuenca del Mediterráneo (PAM) que integra los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) definidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), para encontrar un equilibrio para 2030.
Su función es definir una estrategia de desarrollo sostenible del territorio fijando objetivos de preservación del medio ambiente y del desarrollo económico, social, cultural y turístico de los destinos, que garantice el equilibrio territorial.
Entre dichas medidas, los países que comprenden el Mediterráneo implementarán medidas para producir un impacto significativo sobre la calidad del aire, del agua, de la salud y la cultura, pero también para descarbonizar el transporte aéreo, reducir la huella ambiental de los cruceros e impactar en las emisiones de CO2 en los próximos años.
En ese sentido, la preocupación de los países del Mediterráneo por la conservación del ambiente no es nueva, ya que desde 2019, dichos destinos han reducido significativamente sus emisiones de CO2.
Entre otras acciones a desarrollar también destacan la eliminación de toneladas de contaminantes orgánicos persistentes (COP) y de toneladas de mercurio, así como la prevención del uso de toneladas de COP por año, el aumento en los volúmenes de tratamiento de agua y mejoras en la gestión costera.
Asimismo, buscan identificar conjuntamente aquellas acciones, experiencias y soluciones concretas que pueden ofrecer valor añadido en ámbitos como la gestión integrada de cuencas hidrográficas, desarrollos tecnológicos para desalación y reutilización, o nuevos sistemas de irrigación y mejora de la red de infraestructura pública.
Articular respuestas conjuntas es primordial para asegurar un futuro más sostenible, seguro y resiliente. Cooperar nos hace menos vulnerables, hoy es una prioridad seguir trabajando, desde la cooperación regional, para reforzar el desarrollo de capacidades y la transferencia de conocimientos que aseguren la seguridad hídrica y la adaptación a los impactos del cambio climático en el Mediterráneo.
El Mar Mediterráneo cuenta con una costa de 46 mil kilómetros y de acuerdo con datos de la ONU, la población de los países costeros en las últimas cuatro décadas ha aumentado hasta llegar a 450 millones, cifra que se prevé tenga un crecimiento hasta los 600 millones para el año 2050.
Dicha presión urbanística junto con los crecientes impactos del cambio climático, incluida la erosión y la salinización de los deltas y acuíferos fluviales que sustentan los medios de vida y la seguridad alimentaria de la población, son sólo algunos de los problemas más importantes de la región.